No lo hago
desde hace un tiempo: escribir para desahogarme. Esos interminables
pensamientos en mi cabeza que no dejan de dar vueltas y mas vueltas por mas
razones convincentes que les logre dar. Los recuerdos de un pasado no deseado y
la visión de un futuro que a veces me sabe incierto. Afrontar aquellas cosas
que no quiero, aquellas que olvido y que a veces regresan del mas alla, como
sombras en medio de la luz del día. Cuando todo va en orden en mi pensamiento,
nada mas que una foto o un vago recuerdo te hacen ver que no has logrado
superar todo aquello que pensabas que sí habías hecho. ¿Superable o no
superable? Dolores equivalentes a sintomas no palpables, pero molestos. El
pasado no resuelto trae fracaso a nuestro pensamiento. Es algo por lo que siempre
lamentarás, algo que aunque bloquees en tu pensamiento, a veces te “asalta” sin
más, en el momento menos indicado, en el segundo mas tranquilo y feliz, cuando
piensas que has salido al fin de esas cosas o que las has echado a un lado…te
encuentras con sentimientos e ideas que se suponen no debieran estar ahí.
No entiendo
como funciona a veces mi mente o como dejar de pensar en aquellas cosas que
tienen el poder de sacar el dolor cuando creía que estaba sepultado en lo
profundo de mi mar…
Pero pasado
un rato, contemplo que han sido solo momentos…necesidades de liberar, de
llorar, de dejar ir esas “cosas” que vienen como ladrones impredicibles a
tratar de robar mis momentos de felicidad. Pasado un rato de mis momentos de
cataclismos, me doy cuenta que regresa la calma y la claridad. Pasado un rato
desde ese último instante en que todo se me nublo, vuelve de nuevo a brillar
sobre mi mente Su luz, vuelvo a ser todo aquello que soy yo, todo aquello que
El ha destinado que yo soy…
Ya dejo de
desahogarme, y dejo de pensar cosas absurdas que suelen pasar por mi mente,
porque cuando esas cosas “tontas” estan presentes, no puedo en realidad darme
cuenta de cuanto bien me hace pensar en esos planes preciosos que El ha hecho
para mi.
Los
pensamientos nos juegan malas pasadas, pero siempre nos rescata un pensamiento
superior al propio, un cuidado que aunque no seamos conscientes de él, lo
cierto es que no nos deja escapar por mucho que intentemos correr.
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